“…Quedaban indemnes dos cabezas de la Hidra, a las que aún había que cortar y cauterizarles la base del cuello, para que no rebrotaran. Hércules vio que una tenía el cuello mucho más largo, las fauces más grandes y la saliva venenosa, más densa y abundante. Supo, entonces, que debía atacar primero a esa, por ser más peligrosa. Con la ayuda de su sobrino, Yolao, quien quemó la base sangrante del cuello cercenado tras la certera acción de su espada, el hijo de Júpiter estaba preparado para el inexorable enfrentamiento con la otra, también letal...” - Versión romana del mito griego, en la “segunda tarea hercúlea”.
El falsamente democrático sistema político guatemalteco nos presenta a los ciudadanos, una vez más, el dilema de escoger entre nuestras dos visiones políticas tradicionales, ambas evidentemente fracasadas: la de los que no quieren que nada cambie y la de los que quieren comprar a los pobres con el pisto ajeno y ya en posesión de “la guayaba”, quedarse con ella per sécula seculórum, mientras se vuelven cada día más millonarios, “ordeñando” al Estado. No ha habido discusión política real en esta contienda, sólo espejismos seudo ideológicos y un burdo “mercadeo” electoral. El viejo y mañoso sistema político, pese a estar golpeado y disminuido, se resiste a morir: dos candidatos que se esconden de los debates y de la auténtica discusión pública, la una con el 11% de los votos potenciales (millón y piquito de los más de diez millones de guatemaltecos con DPI; de los cuales, 1 de cada 5 no está empadronado) y el otro, con apenas ¡el 6%! son las únicas dos opciones que nos quedan a los electores, tras nuestro reciente desastre electoral, para “escoger” a un nuevo Presidente. Este es el fruto deliberado de nuestro “fraude estructural”, de muchos años de consentir un sistema de partidos que no son partidos…
Sandra Torres, con cuantiosa bancada e influencia adicional en el Congreso actual y en el siguiente, con el favoritismo evidente de las Cortes (sobre todo en la CSJ y en el TSE, pero además, con “afinidad ideológica” en la CC y “el ojo pache” del MP) y con creciente apoyo interesado de las más corruptas estructuras del poder local (muchas municipalidades), lograría una peligrosísima concentración de poder, si además, alcanzara la Presidencia. Si a eso sumamos su intolerancia a la crítica, su cinismo en la utilización de los dineros públicos, su tolerancia con la “narcopolítica” y su declarada admiración hacia “el chavismo”, pueden entenderse las viscerales reacciones que su ambición política provoca entre la ciudadanía consciente. Pero pese a ello, varios empresarios, tanto tradicionales como “emergentes” (los de fortunas “de dudoso origen”), están ahora “apostando” por ella (aunque no siempre de manera exclusiva), “no vaya a ser que de todas maneras quede, a pesar de lo que dicen las encuestas”. La compra de votos es más descarada, pues el clientelismo de las “bolsas solidarias” tiene cada vez “más patrocinadores”. Bien dicen que Lenin sentenciaba que “a los bolcheviques, los capitalistas no sólo nos venderán la soga con la que serán ahorcados, sino, además, nos darán prestado el dinero para comprarla…” Sube además la alarma ciudadana porque con un sistema de recuento de votos en entredicho, más las consecuencias penales que tiene para Sandra perder la inmunidad de la que hoy goza (en caso no salga favorecida en las urnas), se exacerban poderosos alicientes para “incentivar” las hoy tristemente frecuentes “anomalías e irregularidades” de nuestro proceso electoral…
Y no es que el doctor Giammattei sea “nene de primera comunión”. Aún quedan muchas dudas, por ejemplo, sobre cómo “quedaron convenientemente en silencio” los sicarios para-estatales que asesinaron a los salvadoreños del Parlacén, mientras estaban “guardados bajo siete llaves” en la cárcel del Boquerón, cuando él era Director del Sistema Penitenciario. O qué tanto poder irá a tener en su gobierno el círculo del General Ortega Menaldo, de ingrata recordación por su papel en el Serranazo, entre otras gracias de su historial. Hay temores de que pese a las declaraciones en contrario de don Alejandro y de su candidato vicepresidencial, podría continuar deteniéndose, “a la Jimmy”, el combate a la corrupción en nuestro disfuncional sistema de administración de justicia y que también se registre un retroceso hacia mayores niveles de opacidad general en el manejo de la cosa pública. Aún así y a pesar de que la elección de hace cuatro años señala contundentemente que “el menos malo” no es garantía de nada, los poco más de cuatro millones de ciudadanos que tenemos intenciones de ir a votar, tendremos pronto, inevitablemente, que tomar una impostergable decisión. Y será otra vez, inevitablemente, escoger “entre dos males, el menor”: así que a regañadientes, una abigarrada mezcla de conservadores, liberales, libertarios, fascistas de derecha, social demócratas moderados (los que son más demócratas que socialistas) y hasta parte de los “panzistas” (los que sólo velan por su panza), amalgamados todos por el temor a una dictadura en ciernes, nos veremos orillados a votar contra Sandra, y con eso, obviamente, favoreceremos a Giammattei. Nos queda el consuelo que esgrimía Jean Kirkpatrick (la que dijo que los gringos “estaban jugando Monopoly, mientras que al otro lado del tablero, los rusos creían que estaban jugando ajedrez”): las autocracias son reformables, los regímenes totalitarios, nó…
Así que las prioridades del ciudadano consciente son amargas pero están claras: (1) que no se consume la posible imposición de una dictadura de partido, para lo cual la ciudadanía tiene que auditar efectivamente al proceso electoral, impidiendo la consumación de más prácticas fraudulentas en el manejo de las Actas de las JRV (ver #Fiscal_Digital); (2) que el partido que está por ganar la segunda vuelta se percate desde ya de que la ciudadanía ha perdido la paciencia en torno a los desplantes dictatoriales y a la generalizada corrupción y que desde el inicio habrá oposición política hasta extra-parlamentaria en contra de los abusos de poder; y (3) que la ciudadanía consciente tiene que trascender su impotente activismo de última hora y engrosar las filas de la auténtica participación política: durante los próximos cuatro años tienen que surgir verdaderos partidos políticos (con ideología clara, sin “dueños”, con democracia interna), para que el viejo y mañoso sistema que hoy se mofa de nosotros en su agonía, no nos logre defraudar otra vez…
Empecemos por constatar que el TSE “no nos hizo de chivo los tamales” con la reciente asignación “oficial” de curules en el Congreso: “baje” a su computadora el “#Fiscal_Digital” (https://fiscaldigital.ceiba.io) y dedíquele un par de horas a la auditoría ciudadana. Si los ciudadanos no encontramos nada “demasiado raro” en la verificación de la labor del TSE (cosa que está por verse), de todas maneras nos habremos preparado para hacer el recuento ¡en vivo! en la segunda vuelta, sobre la base de las fotos que se envíen “a la nube” desde las propias mesas de las JRV. Sí. Los ciudadanos conscientes aún podemos hacer gran diferencia… ¡Viva la República de Guatemala!
"Publicado en la sección de Opinión de elPeriodico el 23 de julio 2019"
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